Publicado por Cronista Montañés miércoles, 7 de mayo de 2014

Ha trascendido que la fontanería presidencial de la calle de Caballeros del Cap y Casal intenta ventilar la cuestión de la televisión autóctona con dos horas en La 2. Entiendo que para algunos esto es como bajar a segunda. Nada de eso. El UHF ha cambiado mucho desde que ya no emite en blanco y negro, y goza de un prestigio inopinado entre el resto de las cadenas. Tanto es así que la sola mención de los documentales de este canal se ha convertido en un signo de distinción y pedantería.
Soy consciente de que en esos ciento veinte minutos en horario infantil habremos de competir con los salvamentos de Jorgejavier, el corazón de Igartiburu y el te doy la tarde de Mamen Mendizábal. Pero a pesar de la feroz competencia, ¿dónde podría ubicarse mejor nuestra ración de autocomplacencia y loor informativa, nuestra previsible previsión del «oratge», y nuestra dosis de ficción de alquería? ¡Equilicuá!: en TVE elevada al cuadrado.
Aunque ahora resulte difícil de imaginar hubo un momento en las vidas de los que ya nos damos un tinte de Grecian (desde el 2000) en que no existía Canal 9. Burjasot sólo era un pueblo del extrarradio metropolitano sin más pirulí que su torre campanario y, en aquel entonces, te echaban, en desconexión regional, una cosa que se llamaba Aitana. Estoy seguro de que ustedes la recordarán con cariño, incluso con nostalgia, como me ocurre a mí cuando cierro los ojos y pienso en el Un, dos, tres responda otra vez. También puede suceder que ese nombre, tomado de la abrupta orografía alicantina, no les suene haberlo visto en la parrilla por razones de la edad, pues: o son demasiado jóvenes y no se acuerdan ni de lo que hicieron el pasado finde, o son demasiado viejos y les comienza a bailar la memoria histórica. A mí, que no estoy en ninguno de estos extremos de la vida, si me obligan a elegir entre aquella tele, progubernamental y de baratillo, y la RTVV, elefantiástica e igualmente genuflexa, prefiero la primera, y es que La Primera no falla nunca. No importa por que vicisitud atraviese la familia Alcántara, no importa que Ana Blanco lea el BOE en el teleprompter, no importa que Mariló Montero confunda el Miño con el Nilo, en cuanto sintonizas el Ente público, ocurre algo mágico que reconforta al espectador más exigente. Así que, en breve plazo y sin tener que resintonizar el aparato receptor, el centro territorial de Radiotelevisión Española en la capital del Turia obrará el milagro catódico de la resurrección, y con un plató, un cámara y un busto parlante valencianoparlante, la Morta-viva (véase: nostra llengua) echará a hablar de nou, hasta les nou pero sin el Nou.
Mientras la Operación Aitana The Return ultima sus preparativos (Señor, qué nervios), la clandestina TV-3 lleva semanas exhibiendo en antena «Cosins germans» que, en traducción libre, vendría a significar algo así como «primos lejanos». El programa está planteado al modo de una road movie en el que los conductores del espacio, los escritores vernáculos Ferran Torrent y Empar Moliner, son, a su vez, conductor y copilota de un vehículo descapotable que recorre en prime time alternativamente los pueblos del antiguo reino de Valencia y el moderno principado de Cataluña. Afortunadamente el canal independentista no perturba la paz de nuestros hogares, pues el contenido de esta serie de capítulos incide en los puntos de convergencia y unión (CiU) que comparten ambas comunidades. A saber: arroces contra paellas, castillos humanos contra muixarangas, trinquetes conta perros de atura, Montserrat contra Peñagolosa y el vino del Priorato contra el vino en un barco de nombre extranjero... que donde esté doña Concha que se quite la Caballé.
El par de literatos dialogan entre sí, cada uno en su respectiva lengua propia, por lo que es sencillo colegir que la televisión de San Juan Despí dedica menos de media hora semanal a la promoción del valenciano, y suerte que Torrent no es de los que se achanta a la hora de entrar en debate con la charlatana partenaire que le ha tocado en suerte. En este pulso dialéctico (entre dialectos), el autor de Societat Limitada juega con ventaja, pues su acompañante tartamudea y padece de un tic que le impide expresarse con la fluidez aconsejable y que la dota, a su vez, de una cierta vis cómica. Tal eventualidad permite que el Tigre de Sedaví le hurte protagonismo a la novelista barcelonesa y la presencia del idioma de don Teodoro, en este programa, le saque unos segundos valiosísimos al jerigonza de mosén Cinto Verdaguer. ¡A ver quién es el primo aquí! Y más jugando fuera de casa, con lo que idealizan estos culés la posesión.
Por todo lo expuesto, un consejo: permanezcan atentos a sus pantallas, en unos instantes les ofreceremos un par de horas en la española... y veinte minutos en la televisión de Torrent.


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